1.
A quien madruga, Dios le ayuda
La idea central de este refrán es
el esfuerzo: recomienda ser diligente y proactivo si se quiere tener
éxito en cualquier tipo de objetivo (personal, laboral,
social...).
El origen de este refrán es incierto. No
obstante, se ha descubierto en textos antiguos y aparece mencionado en novelas
de renombre como El Lazarillo de Tormes o en El
Quijote. En este último, sale levemente modificado: "El que no
madruga con el sol no goza del día".
Al ser un refrán de transmisión oral,
muchas veces se utilizaba una historia para que los oyentes recordarán bien la
frase. La historia más usada con este fin es el caso de un vecino que,
al madrugar un día, se encontró en la calle una bolsa llena de dinero.
Este refrán además admite réplica. Si
alguien te dice "a quien madruga, Dios le ayuda", puedes responder: "Uno
que madrugó, un duro se encontró; pero más madrugó el que lo perdió".
2.
En boca cerrada no entran moscas
La idea central de este refrán español
popular es la discreción: estar callado es útil para evitar soltar
demasiadas necedades.
Se cree que su origen posiblemente sea
arábigo-andaluz, ya que se ha encontrado en refraneros
arábigo-andaluces del siglo XIV.
Hay otro origen más interesante, pero seguramente
menos fiable. Se cree que Carlos I, rey de España durante el siglo XVI, es
el autor indirecto de este refrán, según explica iProfesional.
Este monarca sufrió desde su nacimiento
una deformación en la mandíbula conocida como prognatismo. Ocurre
cuando los dientes no están alineados de forma apropiada debido a la estructura
de los huesos de la cara. A efectos prácticos, obliga a las personas que lo
sufren a mantener la boca siempre entreabierta.
Se dice que, durante un viaje por
Calatayud, un hombre de la región, desconocedor de la dolencia de su monarca,
le advirtió que cerrara la boca, pues "las moscas de este reino
son traviesas". Y, a partir de este consejo improvisado, surgiría el
emitido refrán "en boca cerrada no entran moscas".
3.
Más vale tarde que nunca
La
idea central de este refrán es el tiempo: a veces, no importa
empezar algo o llegar a un sitio con retraso porque cumplir con el
objetivo es más importante que haberlo iniciado con premura. En muy pocas
palabras se esconde una gran batalla entre la posibilidad de hacer algo después
de lo previsto versus no hacer nada en absoluto.
Se cree que el filósofo antiguo Diógenes
de Sínope, también conocido como el Cínico, fue el creador
inesperado de este dicho. En una ocasión, una persona aleatoria reprendió a
Diógenes por querer aprender solfeo en plena vejez. Este respondió,
con su tono sardónico habitual: "Más vale tarde que nunca".
Reflexiona sobre algo que estés
posponiendo precisamente porque ha germinado la duda "¿y si ya es
demasiado tarde?": ¿ocurre realmente algo malo o atroz si tardas más
de lo esperado en hacerlo? Piensa que a Diógenes poco le importó aprender
solfeo en el ocaso de su vida.
"Más vale tarde que nunca"
tiene un enemigo acérrimo: el refrán "no dejes para mañana lo
que puedes hacer hoy".
4.
Ojo por ojo, diente por diente
La idea central de este refrán es
la venganza: alude a un tipo de venganza justiciera que
justificaría castigar al agravante con la misma moneda.
Su origen es la antigua ley de
talión. Es un principio jurídico de justicia retributiva en donde el
castigo es idéntico al crimen contenido. Por ejemplo, en el Código de
Hammurabi (siglo XVIII a.C.) se recoge que, si un hombre vaciaba el
ojo del hijo de otro hombre, se vaciaría su ojo como castigo.
Y precisamente de este caso tan cruento
sale un mítico pasaje bíblico: "Ojo por ojo, diente por diente,
pan por pan". El refrán que tanto se utiliza hoy en día es una
versión recortada de dicho pasaje.
¿Qué ocurría cuando el crimen no
producía daño físico? Se buscaba una compensación física equivalente. Por
ejemplo, a un ladrón se le cortaba una mano.
5.
Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita
La idea central detrás de este refrán es
la promesa: quien utiliza este dicho se está negando a devolver un
regalo a su dueño original.
Santa Rita es conocida como la
santa de lo imposible, tal y como apunta el blog oficial de los Agustinos
Recoletos. El 22 de mayo es el día de su festividad. Cada año,
los interesados visitan los santuarios para rezarle y hacerle promesas e
intenciones.
Detrás de Santa Rita, y de su refrán, se
esconde una leyenda interesante. En una ocasión, una mujer fea rogó a
la santa para que pudiera encontrar un novio que la quisiera. Con el
tiempo, su deseo se cumplió: encontró a un hombre que inicialmente la quiso.
Por
desgracia, la relación no acabó bien. El novio la dejó después de unos meses de idilio
romántico. Fue entonces cuando la mujer, enfadada, vociferó:
"Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita".
6.
El perro del hortelano, que ni come ni deja comer
la idea clave de este refrán es la intromisión:
sirve para quejarse, y amonestar, a aquellos que no solo no disfrutan de algo,
sino que además impiden que otros se lo pasen bien.
Según el Centro Virtual de Cervantes,
el origen del dicho podría ser arábigo-andaluz debido a que se ha
encontrado documentado en textos literarios de principios del siglo
XI.
También se cree que el refrán podría
venir de una fábula de Esopo conocida como El perro envidioso.
En este relato, un perro impide que el resto del ganado coma las hortalizas de
un huerto. Al final, un buey hambriento le increpa al perro y le tilda de
envidioso: "Dime, ¿por qué no permites que yo coma un poco de algo que a
ti no te sirve?".
La moraleja es que, si algo no
te sirve o no te es de utilidad, lo más razonable es que se lo des a otros si a
ellos sí les hace falta, en lugar de dejarte llevar por la envidia e
impedir que otra persona se sienta afortunada.
7.
A palabras necias, oídos sordos
La idea principal de este refrán es
la indiferencia: hace referencia a que es mejor ignorar la necedad
expresada por otras personas. A veces, es mejor no prestar atención o
molestarse por ciertas impertinencias en lugar de perder tiempo y energías
discutiendo con alguien que, a fin de cuentas, es necio y no atenderá a
razones.
El origen legendario de este
refrán se remonta a los tiempos de Aristóteles. Un buen día, un
hombre muy parlanchín se acercó al filósofo y empezó a hablar durante horas y
horas. Al final, hasta se disculpó. Pero Aristóteles comentó que no necesitaba
pedirle perdón porque, mientras el hombre hablaba, él había estado pensando en
sus cosas y no había escuchado ni una sola palabra.
¿Los comentarios impertinentes de alguien
te molestan tanto que inviertes mucho tiempo cada día rebatiendo sus
razonamientos? Piensa en cómo actuó Aristóteles en su momento. ¿Realmente
te merece la pena prestar atención a alguien que habla desde la malicia o la
ignorancia? Quizás deberías hacer oídos sordos y seguir con tus cosas.
8.
A enemigo que huye, puente de plata
El valor que quiere resaltar este refrán
es la sensatez: el dicho recomienda a veces evitar a toda costa los
enemigos. Si un contrincante decide abandonar la refriega contra tu persona,
dale facilidades para que se marche y te deje en paz. Quizás hasta le sorprenda
gratamente tu empatía y se convierta más adelante en un aliado.
Se cree que Gonzalo Fernández de
Córdoba, noble y militar castellano apodado como el Gran Capitán (1453-1515)
es el creador de este refrán, ya que repetía mucho esa frase hasta convertirla
en máxima militar.
¿Cómo sueles despedirte de
tus enemigos? ¿Les das un portazo y, si te he visto, no me
acuerdo? Quizás este tipo de finales algo violentos propician que el
rencor se mantenga durante años. Prueba a tender puentes de plata a tus rivales
y ayúdales a alejarse de ti lo máximo posible, ¡a ver si los resultados
cambian!
9.
A buenas horas, mangas verdes
La idea principal de este refrán popular español es la
inutilidad provocada por la lentitud: este dicho se utiliza para reflejar
que la solución empleada no ha llegado en el momento adecuado o ya no tiene la
relevancia necesaria. En ocasiones, es peligroso retrasar la resolución de
ciertos problemas o necesidades.
¿Y de dónde viene este refrán? De una
Santa Hermandad que existía en la Edad Media compuesta por soldados que se
dividían en grupos y visitaban las ciudades para atrapar a malhechores.
El problema es que casi nunca llegaban a tiempo y los delincuentes quedaban
impunes de todo castigo.
Como el uniforme de esta Santa Hermandad
llevaba las mangas de color verde, surgió en aquel momento la crítica "a
buenas horas, mangas verdes" cada vez que los soldados llegaban tarde a la
escena del delito. Con el tiempo, la crítica se convirtió en refrán.
10.
Quien se fue a Sevilla perdió su silla
Este refrán español sobradamente
conocido hace referencia al don de la oportunidad, y a lo fácil que
es perder un privilegio. Y es que el dicho se suele utilizar cuando alguien se
ha ausentado un rato de un sitio y, al volver, descubre que su sitio ha sido
ocupado por otra persona.
Como curiosidad, si ese alguien
logra recuperar su sitio, puede rematar la jugada diciendo "y quien se
fue a Aragón, la encontró".
En un sentido más abstracto y moralista,
"quien fue a Sevilla perdió su silla" alerta que hay que tener
cuidado con abandonar ciertas posiciones o situaciones ventajosas en la
vida, pues en cualquier momento otra persona puede arrebatarte el
lugar que ocupabas hasta hace un momento.
El origen de este dicho se remonta a un
suceso histórico. Durante el reinado de Enrique IV (1454-1474), rey de
Castilla, se produjo un enfrentamiento entre 2 arzobispos: Alonso de Fonseca el
Viejo y Alonso de Fonseca el Mozo (tío y sobrino, respectivamente).
En 1460, el Mozo fue nombrado arzobispo
de Santiago de Compostela. Pero en aquel momento el reino de Galicia estaba
revuelto y el Mozo pidió a su tío, el Viejo, que fuera a Santiago a apaciguar
la situación. Mientras tanto, el Mozo se quedaría ocupando el lugar de su tío
como arzobispo de Sevilla.
Don Alonso de Fonseca el Viejo fue a
Santiago y restableció la paz. Pero, al volver a Sevilla, descubrió que
su sobrino se negaba a devolverle la silla arzobispal. Se produjo entonces
el gran enfrentamiento entre ambos arzobispos, hasta que el rey castellano tuvo
que intervenir para arreglar el desaguisado.
No es de extrañar entonces que la
situación creara el refrán "quien se fue a Sevilla perdió su
silla".
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