lunes, 12 de diciembre de 2022

REFRANERO

 

1. A quien madruga, Dios le ayuda

La idea central de este refrán es el esfuerzo: recomienda ser diligente y proactivo si se quiere tener éxito en cualquier tipo de objetivo (personal, laboral, social...).

El origen de este refrán es incierto. No obstante, se ha descubierto en textos antiguos y aparece mencionado en novelas de renombre como El Lazarillo de Tormes o en El Quijote. En este último, sale levemente modificado: "El que no madruga con el sol no goza del día".

Al ser un refrán de transmisión oral, muchas veces se utilizaba una historia para que los oyentes recordarán bien la frase. La historia más usada con este fin es el caso de un vecino que, al madrugar un día, se encontró en la calle una bolsa llena de dinero.

Este refrán además admite réplica. Si alguien te dice "a quien madruga, Dios le ayuda", puedes responder: "Uno que madrugó, un duro se encontró; pero más madrugó el que lo perdió".

2. En boca cerrada no entran moscas

La idea central de este refrán español popular es la discreción: estar callado es útil para evitar soltar demasiadas necedades.

Se cree que su origen posiblemente sea arábigo-andaluz, ya que se ha encontrado en refraneros arábigo-andaluces del siglo XIV.

Hay otro origen más interesante, pero seguramente menos fiable. Se cree que Carlos I, rey de España durante el siglo XVI, es el autor indirecto de este refrán, según explica iProfesional.

Este monarca sufrió desde su nacimiento una deformación en la mandíbula conocida como prognatismo. Ocurre cuando los dientes no están alineados de forma apropiada debido a la estructura de los huesos de la cara. A efectos prácticos, obliga a las personas que lo sufren a mantener la boca siempre entreabierta.

Se dice que, durante un viaje por Calatayud, un hombre de la región, desconocedor de la dolencia de su monarca, le advirtió que cerrara la boca, pues "las moscas de este reino son traviesas". Y, a partir de este consejo improvisado, surgiría el emitido refrán "en boca cerrada no entran moscas".

3. Más vale tarde que nunca

La idea central de este refrán es el tiempo: a veces, no importa empezar algo o llegar a un sitio con retraso porque cumplir con el objetivo es más importante que haberlo iniciado con premura. En muy pocas palabras se esconde una gran batalla entre la posibilidad de hacer algo después de lo previsto versus no hacer nada en absoluto.

Se cree que el filósofo antiguo Diógenes de Sínope, también conocido como el Cínico, fue el creador inesperado de este dicho. En una ocasión, una persona aleatoria reprendió a Diógenes por querer aprender solfeo en plena vejez. Este respondió, con su tono sardónico habitual: "Más vale tarde que nunca".

Reflexiona sobre algo que estés posponiendo precisamente porque ha germinado la duda "¿y si ya es demasiado tarde?": ¿ocurre realmente algo malo o atroz si tardas más de lo esperado en hacerlo? Piensa que a Diógenes poco le importó aprender solfeo en el ocaso de su vida.

"Más vale tarde que nunca" tiene un enemigo acérrimo: el refrán "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy".

4. Ojo por ojo, diente por diente

La idea central de este refrán es la venganza: alude a un tipo de venganza justiciera que justificaría castigar al agravante con la misma moneda.

Su origen es la antigua ley de talión. Es un principio jurídico de justicia retributiva en donde el castigo es idéntico al crimen contenido. Por ejemplo, en el Código de Hammurabi (siglo XVIII a.C.) se recoge que, si un hombre vaciaba el ojo del hijo de otro hombre, se vaciaría su ojo como castigo.

Y precisamente de este caso tan cruento sale un mítico pasaje bíblico: "Ojo por ojo, diente por diente, pan por pan". El refrán que tanto se utiliza hoy en día es una versión recortada de dicho pasaje.

¿Qué ocurría cuando el crimen no producía daño físico? Se buscaba una compensación física equivalente. Por ejemplo, a un ladrón se le cortaba una mano.

5. Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita

 La idea central detrás de este refrán es la promesa: quien utiliza este dicho se está negando a devolver un regalo a su dueño original.

Santa Rita es conocida como la santa de lo imposible, tal y como apunta el blog oficial de los Agustinos Recoletos. El 22 de mayo es el día de su festividad. Cada año, los interesados visitan los santuarios para rezarle y hacerle promesas e intenciones.

Detrás de Santa Rita, y de su refrán, se esconde una leyenda interesante. En una ocasión, una mujer fea rogó a la santa para que pudiera encontrar un novio que la quisiera. Con el tiempo, su deseo se cumplió: encontró a un hombre que inicialmente la quiso.

Por desgracia, la relación no acabó bien. El novio la dejó después de unos meses de idilio romántico. Fue entonces cuando la mujer, enfadada, vociferó: "Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita".

6. El perro del hortelano, que ni come ni deja comer

la idea clave de este refrán es la intromisión: sirve para quejarse, y amonestar, a aquellos que no solo no disfrutan de algo, sino que además impiden que otros se lo pasen bien.

Según el Centro Virtual de Cervantes, el origen del dicho podría ser arábigo-andaluz debido a que se ha encontrado documentado en textos literarios de principios del siglo XI.

También se cree que el refrán podría venir de una fábula de Esopo conocida como El perro envidioso. En este relato, un perro impide que el resto del ganado coma las hortalizas de un huerto. Al final, un buey hambriento le increpa al perro y le tilda de envidioso: "Dime, ¿por qué no permites que yo coma un poco de algo que a ti no te sirve?".

La moraleja es que, si algo no te sirve o no te es de utilidad, lo más razonable es que se lo des a otros si a ellos sí les hace falta, en lugar de dejarte llevar por la envidia e impedir que otra persona se sienta afortunada.

7. A palabras necias, oídos sordos

La idea principal de este refrán es la indiferencia: hace referencia a que es mejor ignorar la necedad expresada por otras personas. A veces, es mejor no prestar atención o molestarse por ciertas impertinencias en lugar de perder tiempo y energías discutiendo con alguien que, a fin de cuentas, es necio y no atenderá a razones. 

El origen legendario de este refrán se remonta a los tiempos de Aristóteles. Un buen día, un hombre muy parlanchín se acercó al filósofo y empezó a hablar durante horas y horas. Al final, hasta se disculpó. Pero Aristóteles comentó que no necesitaba pedirle perdón porque, mientras el hombre hablaba, él había estado pensando en sus cosas y no había escuchado ni una sola palabra.

¿Los comentarios impertinentes de alguien te molestan tanto que inviertes mucho tiempo cada día rebatiendo sus razonamientos? Piensa en cómo actuó Aristóteles en su momento. ¿Realmente te merece la pena prestar atención a alguien que habla desde la malicia o la ignorancia? Quizás deberías hacer oídos sordos y seguir con tus cosas.

8. A enemigo que huye, puente de plata

El valor que quiere resaltar este refrán es la sensatez: el dicho recomienda a veces evitar a toda costa los enemigos. Si un contrincante decide abandonar la refriega contra tu persona, dale facilidades para que se marche y te deje en paz. Quizás hasta le sorprenda gratamente tu empatía y se convierta más adelante en un aliado.

Se cree que Gonzalo Fernández de Córdoba, noble y militar castellano apodado como el Gran Capitán (1453-1515) es el creador de este refrán, ya que repetía mucho esa frase hasta convertirla en máxima militar.

¿Cómo sueles despedirte de tus enemigos? ¿Les das un portazo y, si te he visto, no me acuerdo? Quizás este tipo de finales algo violentos propician que el rencor se mantenga durante años. Prueba a tender puentes de plata a tus rivales y ayúdales a alejarse de ti lo máximo posible, ¡a ver si los resultados cambian!

9. A buenas horas, mangas verdes

La idea principal de este refrán popular español es la inutilidad provocada por la lentitud: este dicho se utiliza para reflejar que la solución empleada no ha llegado en el momento adecuado o ya no tiene la relevancia necesaria. En ocasiones, es peligroso retrasar la resolución de ciertos problemas o necesidades.

¿Y de dónde viene este refrán? De una Santa Hermandad que existía en la Edad Media compuesta por soldados que se dividían en grupos y visitaban las ciudades para atrapar a malhechores. El problema es que casi nunca llegaban a tiempo y los delincuentes quedaban impunes de todo castigo.

Como el uniforme de esta Santa Hermandad llevaba las mangas de color verde, surgió en aquel momento la crítica "a buenas horas, mangas verdes" cada vez que los soldados llegaban tarde a la escena del delito. Con el tiempo, la crítica se convirtió en refrán.

10. Quien se fue a Sevilla perdió su silla

Este refrán español sobradamente conocido hace referencia al don de la oportunidad, y a lo fácil que es perder un privilegio. Y es que el dicho se suele utilizar cuando alguien se ha ausentado un rato de un sitio y, al volver, descubre que su sitio ha sido ocupado por otra persona. 

Como curiosidad, si ese alguien logra recuperar su sitio, puede rematar la jugada diciendo "y quien se fue a Aragón, la encontró".

En un sentido más abstracto y moralista, "quien fue a Sevilla perdió su silla" alerta que hay que tener cuidado con abandonar ciertas posiciones o situaciones ventajosas en la vida, pues en cualquier momento otra persona puede arrebatarte el lugar que ocupabas hasta hace un momento.

El origen de este dicho se remonta a un suceso histórico. Durante el reinado de Enrique IV (1454-1474), rey de Castilla, se produjo un enfrentamiento entre 2 arzobispos: Alonso de Fonseca el Viejo y Alonso de Fonseca el Mozo (tío y sobrino, respectivamente).

En 1460, el Mozo fue nombrado arzobispo de Santiago de Compostela. Pero en aquel momento el reino de Galicia estaba revuelto y el Mozo pidió a su tío, el Viejo, que fuera a Santiago a apaciguar la situación. Mientras tanto, el Mozo se quedaría ocupando el lugar de su tío como arzobispo de Sevilla.

Don Alonso de Fonseca el Viejo fue a Santiago y restableció la paz. Pero, al volver a Sevilla, descubrió que su sobrino se negaba a devolverle la silla arzobispal. Se produjo entonces el gran enfrentamiento entre ambos arzobispos, hasta que el rey castellano tuvo que intervenir para arreglar el desaguisado.

No es de extrañar entonces que la situación creara el refrán "quien se fue a Sevilla perdió su silla".


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